¿Se convirtió EEUU en potencia mundial gracias a los aranceles?

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Uno de los argumentos más potentes que ha utilizado la administración Trump a favor de los aranceles es que el despegue económico del gigante norteamericano en la segunda mitad del siglo XIX se dio gracias a los aranceles elevados.

Pero esta narrativa se basa en supuestos empíricos demostrablemente falsos. La imposición de aranceles en el siglo XIX tuvo un efecto neto negativo en la economía norteamericana. El despegue económico del gigante norteamericano ocurrió a pesar de la presencia de aranceles y no gracias a ellos.

El primer gran error: Estados Unidos ya era un país rico en el momento de su independencia

La narrativa avanzada desde el trumpismo de que Estados Unidos era una potencia insignificante en el siglo XIX es errónea. Estados Unidos era un país eminentemente agrícola hasta 1870, cierto, y, a pesar de ello, era ya un país desarrollado.

Estados Unidos era, efectivamente, un lugar relativamente pobre en el siglo XVII, con una renta per cápita de la mitad del Reino Unido y claramente inferior a la de México.

Pero Estados Unidos progresó económicamente como colonia británica hasta que, en el momento de su independencia (finales del siglo XVIII), ya era un país rico con un ingreso per cápita similar al británico (que, con la salvedad de Holanda, ya era el país más desarrollado del planeta).

Por tanto, las etapas más tempranas del desarrollo norteamericano se dieron antes de la imposición de la política arancelaria proteccionista del siglo XIX.

Único acierto del nacionalismo económico: Estados Unidos sí creció mientras existían aranceles altos

La única parte realmente cierta de la narrativa avanzada por el nacionalismo económico norteamericano es que el crecimiento económico del siglo XIX en EEUU fue mayúsculo y, además, coincidió con la presencia de aranceles muy elevados y superiores desde 1840-50 al existente en los países europeos.

Pero una cosa es mostrar que dos variables coinciden en el tiempo (crecimiento económico y aranceles), y otra muy diferente es demostrar que una causa a la otra (aranceles generan crecimiento).

La política de protección arancelaria segmentada de EEUU desde 1870

Un elemento interesante a la hora de analizar el efecto de los aranceles en el crecimiento económico norteamericano es mostrar que la política arancelaria cambió después de la Guerra Civil de Estados Unidos (1861-1865)

En la primera mitad del siglo XIX, los aranceles eran altos y relativamente homogéneos, proporcionando una protección (o daño) a todos los sectores de la economía norteamericana. En la guerra civil, los aranceles crecieron principalmente por un motivo fiscal. Los aranceles eran el principal ingreso del gobierno federal e incrementaron con el único fin de pagar el esfuerzo de guerra.

Una vez finalizada la guerra civil, los aranceles siguieron siendo muy altos para muchos productos, pero se establecieron paulatinamente excepciones a esta política de aranceles altos. Desde 1890, y gracias a los demócratas, los aranceles cayeron en picado (hasta el siglo XX algunos republicanos no empezaron a ver con buenos ojos el librecambismo).

Mientras los demócratas de finales del siglo XIX promovían el desarme arancelario, los republicanos, fuertemente influidos por los capitales industriales, establecían constantemente aranceles específicos que protegían a algunas industrias de la competencia extranjera.

La protección arancelaria dañó a las industrias protegidas en EEUU

La política de protección arancelaria segmentada nos permite observar qué ocurrió en las industrias que estuvieron protegidas en comparación con las industrias donde la protección no tuvo lugar.

Tal y como argumentan Klein y Meissner, si los aranceles funcionaran para desarrollar un país, esperaríamos ver un crecimiento de la productividad mayor en los sectores protegidos y menor en los sectores sujetos a competencia internacional. Pues bien, en EEUU pasó justo lo contrario, los incrementos de productividad ocurrieron con más fuerza en los sectores expuestos a competencia internacional. Esta es la relación que podemos ver en la siguiente gráfica sacada del artículo de Klein y Meissner.

Los autores encuentran una relación negativa y significante entre la presencia de aranceles y la productividad del trabajo.

En el mismo trabajo, los autores encuentran otras relaciones interesantes y consistentes con la teoría económica generalista. Por ejemplo, en las industrias protegidas el precio de los productos tendía a crecer, lo que implica que el arancel era pagado por el consumidor norteamericano en forma de precios más altos.

En la siguiente tabla se pueden encontrar algunos de los resultados a los que llegaron los autores del artículo cuando analizaron los efectos sectoriales de la protección arancelaria.

Es de destacar que el efecto de los aranceles en el empleo fue positivo, lo que implica que los aranceles sí fomentaron la contratación de trabajadores de las industrias protegidas. Por lo tanto, las industrias protegidas tenían menor productividad, pero también concentraban más cantidad de trabajadores. No queda demasiado claro, sin embargo, que esto constituya una ventaja en términos de bienestar.

Es evidente que la mayor parte de personas preferirían un trabajo poco productivo al desempleo. Sin embargo, y ante un mercado de trabajo poco regulado y una situación de alto crecimiento económico, los trabajadores pueden moverse hacia industrias más pujantes que pueden pagar salarios más altos. Es decir, en el Estados Unidos del siglo XIX es muy probable que los aranceles no ejerciesen una protección efectiva a los trabajadores. En otras palabras, el crecimiento en el empleo que provocó los aranceles posiblemente tuvo un efecto neto negativo en términos de bienestar.

Conclusión

La mayor parte de la narrativa histórica expuesta por el ala que más aislacionista en asuntos económicos del trumpismo está equivocada.

  • Estados Unidos se desarrolló antes de la imposición de aranceles (ya era un país rico en el momento de su independencia).
  • Estados Unidos sí creció muchísimo y se convirtió en la primera potencia económica mundial mientras existían aranceles muy altos. Pero esto no significa que Estados Unidos creciera por los aranceles y bien podría significar que creció a pesar de ellos.
  • Los aranceles en los Estados Unidos de finales del XIX fueron muy elevados, pero también fueron desiguales entre industrias. Aquellas industrias más protegidas por aranceles vieron su productividad crecer a menor ritmo que las industrias no protegidas.
  • Los norteamericanos tuvieron que soportar un precio más elevado en las industrias más protegidas por los aranceles. Los consumidores pagaron el arancel en forma de transferencia de ingreso a los industriales.
  • Los aranceles tuvieron un efecto protector del empleo en las industrias protegidas, pero esto pudo tener un efecto negativo en el bienestar al limitar la movilidad del trabajo a las industrias más punteras.

En resumen, Estados Unidos creció de forma mayúscula a la vez que contaba con una política de aranceles elevados. Sin embargo, es difícil argumentar que Estados Unidos creció y se convirtió en un país rico gracias a los elevados aranceles. La realidad parece más bien que Estados Unidos se enriqueció a pesar de los aranceles y no gracias a ellos.

Sobre el autor

Autor

Daniel Fernández Méndez

Profesor de la Universidad de las Hespérides. Doctor en Economía por la Universidad Rey Juan Carlos, discípulo del profesor Jesús Huerta de Soto.