Reducción de la jornada laboral: ¿una buena idea?

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Historia: No es la primera vez que en España se legisla la reducción de la jornada laboral

La idea de reducir la jornada laboral no es nueva. Ya Felipe II, en 1593, emitió un Edicto Real que limitaba la cantidad de horas diarias de trabajo a 8. A pesar de ello, la capacidad del rey para hacer cumplir este Edicto Real era muy limitada.

Ya en el siglo XX, en 1919, y bajo el reinado de Alfonso XIII se aprueba en España la reducción de jornada laboral hasta las 48 horas.

Más tarde, bajo el gobierno de la II República se legisla para que la jornada laboral quede en 40 horas semanales, aunque, tuvo muy poco recorrido debido a lo inestable de este régimen y a su caída pocos años después.

Ya en democracia, en el año 1983, se reforma el Estatuto de los Trabajadores aprobando finalmente la jornada de 40 horas a la semana.

Con esta legislación en la mano se ha extendido la visión de que la jornada laboral se ha reducido gracias a la actividad sindical y al buen hacer de los gobernantes.

 

¿Y si la jornada laboral no depende de la legislación?

Existe, empero, una visión alternativa a la presentada anteriormente y que, con los datos en la mano, podría ser más plausible: y es que la jornada laboral dependa principalmente de factores económico y, en mucha menor medida, de la legislación.

En el gráfico 1 podemos ver los datos de horas trabajadas en promedio por los trabajadores en España. Las líneas verticales punteadas nos indican los momentos en los que se implementó legislación que limita el número de horas trabajadas.

Gráfico 1

Sí, en el gráfico 1 elimináramos las líneas punteadas que nos indican cuando se aprobó la legislación de reducción de jornada laboral, ¿podríamos adivinar dónde están? Si la respuesta es que no, entonces muy probablemente esta legislación no sirvió para nada.

Y es que, analizando los datos del gráfico 1, podemos llegar a la conclusión de que la reducción efectiva de las horas de trabajo en España ocurre antes de la implementación de las reformas laborales. Esto parece especialmente cierto en la reforma de 1983, ya que la caída en el número de horas trabajadas anterior a la aprobación de la Ley fue muy intensa y prácticamente cesó con posterioridad.

¿Y si la jornada laboral depende de la situación económica?

Si la legislación tiene poco que ver con el número de horas trabajadas, quizá la alternativa, esto es, que la jornada laboral dependa de la situación económica del país, se ajusta mejor a los datos disponibles.

Gráfico 2

En el gráfico 2 podemos ver, con mayor detalle, la cantidad de horas trabajadas por franjas en los últimos 40 años. Podemos ver que el porcentaje de trabajadores que dedica 40 o más horas al trabajo cae constantemente desde 1987 hasta inicios de los 2010s. El crecimiento económico que tuvo España en la primera fase y el posterior estancamiento secular que ha sufrido España desde los 2010s podrían explicar el movimiento en la jornada laboral.

El principio de que la jornada laboral depende de la situación económica, y en concreto de la productividad laboral, parece ser algo que se repite en diferentes países a lo largo de la historia.

Gráfico 3

En el gráfico 3 podemos ver que cuanto mayor es el PIB de un país, menores son las horas que trabajan, en promedio, sus habitantes.

Esto se debe a que los incrementos de productividad liberan tiempo a los trabajadores que ahora pueden utilizar para seguir incrementando sus ingresos o, alternativamente, al ocio.

Cuando una persona o un país es muy pobre, el coste del ocio en términos de trabajo es gigantesco. Trabajar menos puede suponer la diferencia entre comer y no comer. Cuando una persona o un país es mucho más rico, el coste del ocio en términos relativos cae: trabajar menos puede suponer unas vacaciones más cortas o cambiar el teléfono con menos frecuencia.

Conclusión

La extensión de la jornada laboral no está vinculada directamente con la legislación y sí lo está con las condiciones económicas.

Los trabajadores de los países más ricos tienen jornadas más cortas porque se pueden permitir el lujo de disfrutar del ocio. Los trabajadores de países más pobres se ven obligados a trabajar más horas para conseguir insumos básicos.

Por tanto, la mejor medicina para disminuir la jornada laboral no es reducirla mediante legislación, sino reducirla mediante la creación de riqueza.

Sobre el autor

Autor

Daniel Fernández Méndez

Profesor de la Universidad de las Hespérides. Doctor en Economía por la Universidad Rey Juan Carlos, discípulo del profesor Jesús Huerta de Soto.