La noción de que la reducción de la riqueza conducirá a un mundo y un medio ambiente mejores es «contraproducente»
¿Qué sucede cuando el estado, el poder público, en lugar de concentrarse en lo mínimo e indispensable, en sus funciones, se pone a hacer cosas? Esto acaba en un exceso de regulación, llevado por el do something («hagan algo») «del que hablaba Milton Friedman y que mata el crecimiento». De esta manera planteó el marco de su charla en la Universidad de las Hespérides Javier Fernández-Lasquetty, que llevó por título «Crecer más, regular menos. La experiencia de la lucha contra la hiperregulación en Madrid».
Gabriel Calzada, rector de nuestra universidad, lo presentó como alguien que «ha llevado a la práctica las ideas liberales», que hoy se encuentra en el mundo de la empresa, ya alejado de la política, con una trayectoria en think tanks como FAES y recorrido académico de relevancia en la Universidad Francisco Marroquín, donde fue nombrado vicerrector en 2015.
Crecer es «moralmente bueno», no solo desde la perspectiva económica, sino también en términos de «afectos, utilidad y calidad de vida», sostuvo Javier Fernández-Lasquetty al comenzar. Esto es algo esencial para destacar en nuestros días, debido a la presencia «de corrientes ideológicas que abogan por el decrecimiento, una idea que implica vivir con menos y ser más pobres». Esta perspectiva, en nombre de cuestiones medioambientales, es considerada «radicalmente falsa, ya que las sociedades que han crecido y mejorado son las que mejor protegen el medio ambiente».
La noción de que la reducción de la riqueza conducirá a un mundo y un medio ambiente mejores es «contraproducente», a su juicio. En realidad, son las sociedades prósperas las que tienen «la capacidad de cuidar el medio ambiente, reducir las emisiones de CO2 y abordar problemas climáticos», por lo que argumentar en favor del decrecimiento «se vuelve inmoral, ya que implica aceptar una mayor pobreza» y va en contra del bienestar de la humanidad.
Puesto a explicar las políticas públicas implementadas en la Comunidad de Madrid durante su gestión como consejero de Economía y Hacienda, afirmó que, durante los últimos veinte años, se ha trabajado en la dirección de menos regulación y menos impuestos. «Aunque queda mucho por hacer, se ha logrado un progreso significativo», que se demuestra al ver que Madrid, que históricamente no había sido la región económica más destacada de España, ahora «experimenta un crecimiento económico superior a la media nacional y una renta per cápita notablemente mayor».
«Mi experiencia y perspectiva sugieren que este éxito ha llegado en parte por la reducción de impuestos y una política orientada a regular menos», subrayó. Recordó además una anécdota que refleja esta filosofía, cuando la expresidente de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, durante las reuniones semanales del Consejo de Gobierno, les atizaba: «No hemos venido aquí a regular más, sino a regular menos».
Entre 1976 y 2019 se aprobaron y publicaron un total de 36.500 normas en España. Estas normas abarcan leyes, reglamentos y órdenes ministeriales, con un impacto significativo en la vida cotidiana, ya que «todo está sujeto a regulación». En el ámbito nacional, de 2010 a 2015, se generaron dos millones de páginas en el Boletín Oficial del Estado.
Y en el nivel autonómico, «cada año se promulgan entre 200 y 300 nuevas leyes», generando un volumen sustancial de normativas que alcanzan las 825.000 páginas de boletín oficial cada doce meses. En la Unión Europea, la situación no es diferente, ya que «se emiten cada año dos mil reglamentos, directivas o decisiones» vinculantes para todos los países miembros.
Por ello, este exceso normativo tiene «repercusiones en el crecimiento económico», dijo, y citó una investigación de un grupo de profesores de la George Mason University, que indica que un aumento del 10% en la regulación se traduce en un incremento del 2,5% en la tasa de pobreza. En el caso de los Estados Unidos, la regulación provoca una pérdida anual de un punto completo de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). Estos hallazgos «podrían aplicarse de manera similar en España, donde la tendencia regulatoria es aún más pronunciada». Incluso el Banco de España ha realizado investigaciones que señalan una pérdida del 0,7% en la creación de empleo anual debido al exceso regulatorio.