España es el país de la OTAN que menos aporta a la defensa común
La guerra en Ucrania y la retirada progresiva del apoyo militar de Estados Unidos han provocado un consenso sin precedentes en torno a la necesidad de aumentar significativamente el gasto en defensa dentro de la Unión Europea. Sin embargo, ese acuerdo inicial contrasta con la ausencia de un plan claro y consensuado sobre cómo ejecutar ese rearme. ¿Qué significa exactamente “invertir en defensa” cuando las prioridades y amenazas percibidas varían tanto entre los estados miembros?
Para responder esta y otras preguntas, el Centro Ruth Richardson ha publicado un nuevo artículo, titulado “El gasto militar en la Unión Europea”, donde se analizan los nuevos desafíos estratégicos de la defensa europea.
El nuevo plan de la Comisión Europea —liderado por Ursula von der Leyen— propone una inversión colosal: hasta 800.000 millones de euros. A España se le ha solicitado un esfuerzo adicional de hasta 23.000 millones de euros anuales durante los próximos cuatro años.
La magnitud del compromiso financiero es evidente. Lo que sigue sin estar claro es cómo se definirá, medirá y ejecutará ese gasto en un contexto marcado por profundas diferencias entre los estados miembros.
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