La propuesta de Javier Milei de abolir el banco central argentino cree que se respalda en la necesidad de abordar «un problema grave de credibilidad» de la moneda local
El periodo inflacionista en que se encuentran Europa y Estados Unidos desde principios de 2021 fue visto en un comienzo como impulsado por factores técnicos y temporales, pero lo cierto es que los motivos de fondo debemos encontrarlos en el «activismo en política monetaria» de los bancos centrales modernos, según afirmó Juan Castañeda en su charla «Modelos de bancos centrales y el precio de sus errores», ofrecida en la Universidad de las Hespérides, donde no solo propuso explicaciones a la crisis actual, sino que además hizo un breve repaso de estas entidades a lo largo de la historia y abordó la iniciativa de Javier Milei de eliminar el Banco Central de la República Argentina.
En 2020 y 2021 se triplicó el ritmo de crecimiento del dinero, desde al 4% que era habitual a un 12%, tres veces más de lo normal «y pensaron que esto no sería inflacionista», dijo Juan Castañeda, que cree que las estimaciones iniciales fallaron por utilizar «modelos macro» que no tienen en cuenta la cantidad y la demanda de dinero a la hora de estimar qué pasará con la inflación en los próximos años. Así ha ocurrido con las proyecciones, las estimaciones en forma de abanico, que en el caso de las formuladas en 2020 y 2021 no llegaron a calcular la escalada inflacionaria «ni siquiera dentro del peor escenario posible».
A lo largo de su exposición, citó a Vera C. Smith como una figura clave en el estudio del origen de la banca central, como se destaca en su libro Los fundamentos de la banca central y la libertad bancaria. Este texto revela «la alianza fundamental entre un banco de nueva creación y un estado en busca de financiación», una alianza que se repite en la creación de los bancos centrales modernos, donde un nuevo banco privado «obtiene el privilegio de emitir moneda a cambio de financiar al gobierno».
Esta relación entre bancos centrales y estados, respaldada por el patrón oro, tenía límites en las emisiones, ya que cualquier usuario podía cambiar ese dinero por su equivalente en oro. Se trató de un modelo de banca central, vigente entre 1813 y 1913, que mantuvo la estabilidad de los precios a lo largo del tiempo, porque la capacidad de emisión de billetes por parte del banquero central estaba limitada, lo que contribuía a evitar fluctuaciones significativas en los niveles de precios. Esto los diferencia de la actualidad, donde los bancos centrales tienen «una intervención activa en la economía productiva», mientras que en aquel periodo se buscaba que el dinero no interfiriese en la economía real.
A su juicio, la diferencia crucial entre los bancos centrales históricos y los modernos es que los actuales son puramente fiduciarios. No hay una limitación efectiva en su capacidad para emitir dinero, y las reglas monetarias son laxas, permitiendo una considerable discrecionalidad. Así es que a partir de los años 80, los modelos se centran en la «estabilización del ciclo» y la dominancia fiscal, donde se espera que el banco central intervenga para respaldar al estado en momentos de crisis, financiando implícita o explícitamente la deuda emitida por los estados.
Muy ligada con el núcleo de su charla, la propuesta de Javier Milei de abolir el banco central argentino cree que se respalda en la necesidad de abordar «un problema grave de credibilidad» de la moneda local, caracterizado por tasas anuales de inflación en torno al 140%. La dolarización, entonces, se presenta como una estrategia para «importar» esa credibilidad a través del dólar estadounidense.
La abolición del Banco Central de la República Argentina sería una medida «para enviar una señal clara» de que este enfoque se convertirá en un elemento fundamental de la nueva economía de este país, al establecer una dirección «irreversible». La intención es evitar la posibilidad de un retorno a prácticas económicas anteriores y no solo estabilizar la moneda, sino también establecer «restricciones que eviten un endeudamiento desmedido» por parte del gobierno.