Las políticas públicas de la Unión Europea abogan por la electrificación de las economías. Es decir, transicionar hacia usos energéticos que dependan cada vez más de la electricidad y menos de combustibles fósiles. La apuesta por los vehículos eléctricos para el transporte o las bombas de calor para calefacción son dos ejemplos de esta tendencia.
Este monitor pretende analizar la evolución de los distintos países de Europa en materia de electrificación. Únicamente monitorizamos países cuya producción eléctrica sea significativa, seleccionando el umbral en los 100 TWh.
Los datos muestran cómo la evolución en electrificación no está teniendo la tendencia esperada, con un crecimiento del porcentaje de electricidad muy moderado. En las tres últimas décadas el porcentaje medio de penetración eléctrica apenas ha subido en 4 puntos porcentuales, quedándonos muy lejos de las expectativas creadas.
La electrificación de las economías ayudaría a reducir la dependencia energética, al reducir la importación de combustibles fósiles. Siempre y cuando la electricidad se genere con tecnologías bajas en carbono. Sería contraproducente electrificar sectores económicos si la energía se produce a partir de carbón o gas natural.
Si bien es cierto que la propia electrificación aumenta la eficiencia de los procesos y, por tanto, reduce el consumo de energía total, prescindir de fuentes bajas en carbono (como la energía nuclear) para aumentar el consumo de gas va en contraposición a los objetivos que se pretenden conseguir.